Historia del Edificio del Consulado General y Centro de Promoción de la República Argentina en Nueva York
Ubicación y contexto histórico
El Consulado General de la República Argentina en Nueva York tiene su sede en un histórico edificio ubicado en 12 West 56th Street, en pleno corazón de Manhattan, una zona que a fines del siglo XIX y principios del XX se caracterizó por ser residencia de las familias más acomodadas de la ciudad.
Diseño arquitectónico
Construido entre 1899 y 1901, el edificio fue diseñado por la prestigiosa firma de arquitectos McKim, Mead & White, reconocida por su influencia en la arquitectura estadounidense, en el estilo Federal Georgian Revival, una reinterpretación elegante de la arquitectura georgiana que enfatiza la simetría, la proporción clásica y la sobriedad en sus detalles ornamentales. Esta corriente estilística fue muy valorada a finales del siglo XIX, evocando la tradición colonial y un sentido de prestigio. McKim, Mead & White son también responsables de obras emblemáticas como el Arco de la Plaza Washington en Manhattan, el Museo de Brooklyn, la estación Pennsylvania Station original en Manhattan (hoy demolida), el campus de la Universidad de Columbia y la Biblioteca Pública de Boston, entre otras grandes obras. El inmueble es un destacado ejemplo de este estilo, con una fachada simétrica que combina ladrillo rojo y piedra caliza, grandes ventanas verticales con marcos clásicos, molduras ornamentales y una cornisa prominente que remata la estructura, otorgándole elegancia y armonía. La entrada principal, enfatizada por un portal con columnas y un entablamento decorativo, invita a acceder a un interior de gran refinamiento, donde se conservan detalles clásicos como molduras y carpinterías finas que reflejan la sofisticación de las residencias neoyorquinas de la época. |
La familia Hollins: propietarios originales
Originalmente, el edificio fue la residencia privada de Harry B. Hollins, un destacado banquero y financista neoyorquino, y su esposa Evelina Knapp Hollins, junto a sus hijos. La familia Hollins fue parte de la alta sociedad neoyorquina de fines del siglo XIX y principios del XX, reconocida no solo por su influencia en el mundo financiero, sino también por su activa participación en la vida social, cultural y filantrópica de la ciudad. Harry B. Hollins tuvo un rol importante en el desarrollo de negocios y finanzas, mientras que Evelina y sus hijos participaron en diversas actividades sociales y comunitarias que marcaron la época.
El hogar de los Hollins en la “Bankers’ Row” de la calle 56 reflejaba tanto su posición económica como su gusto por la arquitectura y el diseño, creando un ambiente familiar elegante y acogedor, punto de encuentro para eventos sociales y culturales.
Uso como sede del Calumet Club
En 1914, la propiedad fue vendida al Calumet Club, una sociedad privada y exclusiva que desempeñó un papel destacado en la vida social de la élite neoyorquina durante las primeras décadas del siglo XX. Fundado con el objetivo de ofrecer a sus miembros un espacio de reunión reservado para actividades recreativas, sociales y culturales, el Calumet Club se caracterizaba por su selectividad y su ambiente sofisticado, funcionando como un lugar de encuentro para empresarios, profesionales y líderes sociales de la ciudad. Durante su etapa en este edificio, el club organizó numerosos eventos sociales, cenas, recepciones y actividades culturales que contribuyeron a consolidar su prestigio y relevancia dentro del tejido social neoyorquino. La propiedad, adaptada para estas funciones, se convirtió en un punto neurálgico para la interacción y el networking de la alta sociedad. Para responder a las crecientes necesidades del Calumet Club, en 1924 se encargó una importante ampliación bajo la dirección del renombrado arquitecto J.E.R. Carpenter, conocido por su habilidad para diseñar residencias y edificios elegantes en Manhattan. Carpenter añadió un ala lateral con un porche en el lado este, incrementando el espacio disponible y modificando la entrada original para optimizar la circulación y funcionalidad del edificio. Entre otras de sus obras destacadas se encuentran residencias y edificios emblemáticos en la Upper East Side como "Carnegie Hill" y "The Belnord". Esta ampliación permitió al club mantener su exclusividad y comodidad, adaptándose a los cambios y demandas sociales de la época. |
Transformaciones posteriores y nuevos usos
Con el paso de los años y reflejando los cambios sociales y urbanos que experimentó Manhattan durante el siglo XX, el edificio dejó de funcionar exclusivamente como club social. En junio de 1943, fue ocupado por el Ejército de Salvación, una organización humanitaria que brindaba asistencia social y servicios comunitarios. Durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio funcionó como cantina para soldados, contando con un salón, una sala de juegos, una sala de escritura, una cantina comedor, cocina, biblioteca y 18 dormitorios con capacidad para sesenta camas. Esta transformación simboliza la evolución del paisaje urbano y el cambio en el uso de los espacios de la ciudad, pasando de lugares exclusivos para la élite a espacios dedicados al apoyo social.
En octubre de 1946, el Ejército de Salvación vendió el edificio a la empresa Nettie Rosenstein Accessories Corporation, que inicialmente planeaba mudarse al inmueble en enero de 1947. Sin embargo, Nettie Rosenstein Associates modificó esos planes y vendió la propiedad al Gobierno de Argentina en mayo de 1947.
Uso consular y funciones diplomáticas
Finalmente, en mayo de 1947, el Gobierno de la República Argentina adquirió la propiedad para establecer allí la sede de la representación de la Armada Argentina en julio de dicho año y, luego, su Consulado General en Nueva York, consolidando así una presencia diplomática clave en una de las ciudades más importantes del mundo. Desde entonces, el edificio ha sido adaptado para albergar funciones consulares, culturales y comerciales, manteniendo el equilibrio entre la preservación histórica y las necesidades modernas.
El edificio cuenta con amplios y elegantes salones que facilitan la realización de eventos institucionales, recepciones diplomáticas, exposiciones culturales y actividades de promoción de la cultura argentina. Estos espacios no solo conservan su valor arquitectónico y estético, sino que también cumplen un rol fundamental en la proyección de la Argentina y el fortalecimiento de los vínculos con la comunidad local y la diáspora argentina.
Reconocimiento y preservación
En 1984, debido a su valor histórico y arquitectónico, el inmueble fue declarado monumento histórico por la Comisión de Preservación de Monumentos de la Ciudad de Nueva York, lo que garantiza su conservación y protección.
Un símbolo de tradición y diplomacia
Hoy, el edificio en 12 West 56th Street es un símbolo tangible de la tradición, la historia y la continuidad de la diplomacia argentina en Nueva York, combinando el legado arquitectónico con las funciones modernas de una misión consular dinámica y comprometida.
Fuentes:
https://s-media.nyc.gov/agencies/lpc/lp/1266.pdf
https://en.wikipedia.org/wiki/12_West_56th_Street